El esmalte se crea a partir de la combinación de cristal y polvo de cobalto azul oscuro. Este descubrimiento se atribuye a un artesano de vidrio que vivió en Bohemia en el siglo XVI.
La restauración del esmalte se realiza completando las partes rotas. Además se realiza la coloración con materiales especiales, así como con técnicas especializadas destinadas a conservar el brillo traslúcido de la superficie.