El arte simbólico del icono surgió durante los primeros años del cristianismo en la provincia romana de Judea. Después de la legalización de la religión cristiana en el año 313 d.C., muchos artistas se adaptaron a la nueva religión. Consolidaron los métodos y los conocimientos técnicos de avanzada. De esta forma, abrieron el camino al desarrollo y a la expansión de los iconos. Los iconos más antiguos que se conservan datan del siglo VI.
En el arte del icono, el modo en que se representan los símbolos religiosos como los halos, plumas, etc. es el elemento más importante. Las figuras son representadas con expresiones faciales, posturas corporales y atributos personales establecidos. Las escuelas principales del arte del icono son la de Paleólogos, la macedonia y la cretense. La conservación de un icono suele consistir en limpiar, reparar el soporte, completar partes y desinsectar mediante el avanzado método de los gases inertes que sustituye el oxígeno por el nitrógeno y que no utiliza agentes químicos que puedan dañar la obra. Si lo desea, se puede realizar la restauración del color.